UNA QUE SEPAMOS TODAS

Sparkle Moore: un destello en la primera ola del rock and roll

Bárbara Morgan -su verdadero nombre- nació en 1936 en Omaha, Nebraska. Pero como Sparkle Moore recién se haría conocer en 1955 en su rol de auténtica pionera del rock and roll. Su carrera fue breve pero intensa. Y tras una pausa de más de medio siglo, volvió a presentar un álbum («Spark-A-Billy») en 2010, al ser incorporada al Salón de la Fama de R&R. Un merecido reconocimiento.

Fuente: Télam
Sparkle Moore

¿Te acuerdas de Elvis cuando movió la pelvis y el mundo hizo plop y nadie entonces podía entender qué era esa furia?

Sparkle Moore sí la entendió de inmediato: agarró su guitarra, su rebeldía, se vistió con chaqueta y pantalones, alzó su jopo y su pluma para escribir una canción, y se convirtió en una de las primeras mujeres en grabar rockabilly, ese nuevo fenómeno musical que estaba naciendo a mediados de los años 50.

Como parece indicar su nombre artístico, Sparkle Moore fue un destello en el universo musical que se estaba creando, un paso fugaz y luminoso por ese cielo, una artista de culto que grabó pocas canciones (dos simples constituidos íntegramente por temas propios) pero fue muy influyente como pionera del rockabilly femenino.

Hasta hace poco tiempo no abundaban datos sobre su historia. En 2012, la investigadora estadounidense Leah Branstetter, quien lleva a cabo el proyecto denominado «Women in Rock & Roll’s First Wave» para mostrar que las mujeres también tuvieron una importante participación en la génesis del rock and roll, la entrevistó en 2012 y trajo al presente su nombre para ubicarlo entre el de otros y otras artistas que intervinieron en la construcción del género.

Pero recientemente, el periodista argentino Victor Tapia logró contactarse con Sparkle Moore, quien hoy tiene 85 años y ahora podemos conocer aún un poco más de su historia, a través de una entrevista que él le realizó, la primera que la artista concede para nuestro país, y que tuvimos el gusto de traducir para su publicación en el blog del periodista, “Universo Epígrafe”.

Sabemos ahora que Sparkle Moore nació en 1936 en Omaha, Nebraska, que su verdadero nombre es Bárbara Morgan, y que sus primeros pasos en la música comenzaron cuando tenía unos 9 años después de comprar una guitarra hawaiana en una casa de empeño.

Al asistir, en una iglesia local, a algunos conciertos de Sol Hoopii, a quien se le atribuye el mérito de ser el padre de la guitarra de acero hawaiana, la belleza de su estilo la deslumbró, y comenzó sus estudios de guitarra. Durante varios años, actuó en muchos eventos locales como solista de guitarra hawaiana.

Todas las noches, y todas las mañanas, se dormía y se despertaba con una radio a galena que tenía en su dormitorio; a través de este medio comenzó a escuchar KOWH, los 40 éxitos principales, y fue así entonces que una noche de 1954 irrumpió en sus oídos el primer simple de Elvis, “That’s Alright, Mama”. Su vida cambió para siempre: en 1955 ya estaba tocando rock, y en 1956, grabándolo.

Tal como ella misma relata en la entrevista con Víctor Tapia, fue en ese 1956 que escribió una canción para DJ Grahame (Crackers) Richards, el presentador del programa matutino de las 40 mejores canciones en KOWH. Llevaba de título “Ode to Grahame Crackers” («Oda a Grahame Crackers»), que resaltaba sus glorias como DJ. La canción tenía el estilo rockabilly, la grabó ella solo con su guitarra, con una grabadora para uso doméstico último modelo, que había adquirido recientemente, y que podía producir una grabación en disco con un sonido decente mediante la reproducción de una grabación en cinta dentro de un gran disco en blanco de 78 rpm. Una vez terminado, el disco tuvo una muy buena reproducción de sonido.

Se la mandó a Grahame, sin datos de a quién responderle ni de qué forma contactarla, solo firmado “Sparkle”. La grabación fue pasada al aire durante varias semanas, y finalmente Grahame Richards suplicó al remitente que fuera a la radio y se reuniera con él.

Ella se presentó y, en 20 minutos, firmó contrato para que él fuera su manager y consiguió siete ofertas de grabación, usando sus copias donde está solamente ella con la guitarra, y mucho eco, uno de los aspectos distintivos del rockabilly.

Finalmente es con el sello Fraternity Record que graba su primer simple, en 1956, con 19 años de edad: en el lado A podía escucharse “Rock-a-Bop” y en el Lado B, «Skull and Crossbones». Al año siguiente, lanza su segundo simple con los temas “Killer” y “Tiger”.

Después de las grabaciones, Sparkle Moore hizo shows para promocionar sus discos; muchos eran en bailes, generalmente eventos semanales auspiciados por una radio local que patrocinaba un baile para adolescentes donde sonaban las 40 mejores canciones, y se hacía en todas las ciudades. Según recuerda Sparkle Moore en la entrevista con Leah Branstetter, “los bares eran otra historia. El dueño de un bar me dijo que podía tocar en su establecimiento en cualquier momento que quisiera, siempre que ‘usara algo más sexy’. Le dije: ‘Esto es lo más sexy que puedo. Vendo música, no sexo’”.

En el 2010, para coincidir con el ingreso de la cantautora al Salón de la Fama de R&R de Iowa, presentó un álbum llamado «Spark-A-Billy. “Simplemente tomé unas 24 grabaciones de sonido sobre sonido de mis propias grabaciones y las coloqué en el CD. No era la intención que sonaran como ‘de estudio’. Eran sólo Sparkle siendo Sparkle”, recuerda en la entrevista con Víctor Tapia.

A más de 50 años de aquella etapa en la que nacía esa furia llamada rock and roll, “una fase de éxtasis única en la música, fue como estar atrapada en el cielo durante 4 o 5 años, nunca más algo así”, una de las protagonistas de la gestación del género remermora: “Ser mujer en terreno ‘masculino’ sería la historia de mi vida. Más adelante, entraría en muchos ámbitos que también eran ‘masculinos’, y ahora creo que tal vez haya sido mi misión principal en la vida. Ser una pequeña influencia para que las mujeres ingresen y sean aceptadas en varios campos que se habían restringido solo a los hombres”.

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