DOBLE PARRICIDIO EN VICENTE LÓPEZ

Martín del Río será juzgado en un juicio por jurados

La causa que sigue a Martín del Río por el presunto doble parricidio fue elevada en las últimas horas a juicio por jurados por el magistrado de Garantía número 1 de San Isidro, Ricardo Costa.

Fuente: Noticias Argentinas
martin del rio

El 25 de agosto del año pasado, José Enrique del Río, de 75 años, y su esposa, María Mercedes Alonso, de 72, fueron hallados asesinados a balazos dentro del automóvil de la pareja en el garaje de la vivienda que tenían en la calle Melo 1101.

El hijo menor del matrimonio está acusado de ser el presunto autor del parricidio y enfrenta una pena de prisión perpetua.

La resolución fue firmada el miércoles y notificada en las últimas horas, luego de que el juez Costa rechazara la última nulidad y el pedido de sobreseimiento que la semana pasada formuló la defensa del detenido.

Asimismo, ordenó que se sortee el tribunal oral de San Isidro, con integración de jurados populares, que juzgará a Del Río.

Los fiscales de la causa, Martín Gómez, Alejandro Musso y Marcela Semería, habían pedido el pasado 17 de julio la elevación a juicio como presunto de un «doble homicidio calificado por alevosía, por el vínculo, por el uso de arma de fuego y por ser críminis causa», o sea, matar para lograr la impunidad.

«En autos se reunieron un número considerable de indicadores e indicios, susceptibles de generar, en un análisis conjunto, esa probabilidad exigida para sostener que el mismo resultaría ser autor material penalmente responsable de los hechos que a él se le enrostran», señaló el magistrado en la resolución.

En un principio, la empleada doméstica del matrimonio, María Ninfa «Nina» Aquino, fue detenida bajo la sospecha de haber actuado como «entregadora», pero finalmente fue liberada y, luego, sobreseída.

La causa dio un sorprendente giro el 7 de septiembre de 2022 cuando los fiscales ordenaron la detención del hijo menor del matrimonio.

Martín Del Río cayó tras ser individualizado como el «caminante encapuchado» que se observó en las cámaras de seguridad el día del crimen.
Los fiscales aseguraron que Del Río ingresó a la casa de sus padres por el garaje y llevó a cabo «un plan que previamente había diagramado».

Además, detallaron que, una vez en el interior de la propiedad, «mediante engaño», los hizo descender hacia el sector del garaje y «abordar su vehículo Mercedes Benz modelo E350 color gris».

Alonso se ubicó en el asiento del conductor, su esposo se sentó del lado del acompañante y Martín del Río se colocó en el asiento trasero y desde allí disparó.

«Actuando sobre seguro, dada la confianza depositada en él por sus progenitores», destacaron los investigadores y resaltaron que las víctimas eran «dos personas de avanzada edad» y que el padre tenía «problemas de movilidad reducida».

Los fiscales detallaron que el acusado baleó a su padre en «la zona cervical derecha, intercostal izquierda y en el muslo izquierdo», mientras que enseguida le efectuó un disparo a su madre a una distancia de menos de 50 centímetros: «El proyectil ingresó por la zona superior a la ceja derecha generando la pérdida del globo ocular derecho, todo lo cual provocó la muerte inmediata».

Luego, según Gómez, Musso y Semería, el hijo menor simuló una escena de robo dentro de la casa y se llevó el equipo de grabación de las cámaras de seguridad ubicadas dentro de la vivienda.

Así, caminó 30 cuadras hasta la zona de Núñez, donde había dejado estacionada su camioneta Mercedes Benz, ya que en el interior del vehículo estaba su teléfono celular.

Posteriormente, se dirigió hasta el departamento de su suegro, el que a veces usaba de oficina y que está ubicado en la calle Arredondo 2465 del barrio porteño de Colegiales.

De acuerdo a lo que estiman los fiscales, allí se dio una ducha y aprovechó para descartar evidencia.

Para los fiscales, el móvil del doble parricidio fue económico y sobre ello, mencionaron una frustrada operación inmobiliaria por la cual las víctimas pensaban que ese mismo día iban a mudarse a un lujoso departamento del edificio Chateau Libertador del barrio porteño de Núñez, que el acusado nunca pudo concretar.

Asimismo, también se estima que las víctimas iban a descubrir los desmanejos financieros que había tenido en los negocios familiares.

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