ESCRIBE JUAN CRUZ GONZÁLEZ

Hezbollah en la frontera argentina: la seguridad nacional en riesgo y el narcoterrorismo

Por primera vez desde 1991 Israel recibe un ataque directo proveniente de otro país soberano. La noche del sábado marcó un antes y un después en un conflicto armado que desde el 7 de octubre no deja de escalar.

Fuente: Noticias Argentinas

El destino del mundo tal como lo conocemos parece pender de un hilo, y quién sostiene las tijeras en este momento es el premier de Israel, Benjamín Netanyahu, y su Gabinete.

Una respuesta armada de parte suya parece ser el camino de acción más racional, en contraposición a lo sugerido por los Estados Unidos.

El objetivo Tel Aviv sería, en este sentido, contrastar la ineficacia del ataque iraní con un contraataque ejemplar que demuestre quien detenta el verdadero poder militar en la región.

Este desenlace parece ser el más probable, aunque no se sabe exactamente cuando se desarrollará.

El ministro de Gabinete de Guerra se expidió al respecto afirmando que Israel le «exigirá un precio (a Irán) en el momento adecuado».

Del otro lado del atlántico, a 12.200 kilómetros de distancia, la Argentina ha dado señales suficientes para demostrar su afición con occidente en general y con Israel en particular.

El comunicado de prensa emitido el sábado por la presidencia expresa su «solidaridad y compromiso inclaudicable» con Tel Aviv.

No puede omitirse en este análisis al fallo de la Cámara de Casación Penal sobre la causa AMIA, el pasado 11 de abril, en la que el tribunal manifestó que Argentina sufrió un ataque de lesa
humanidad contra población civil perpetrado por Hezbollah con posible colaboración del Estado de la República Islámica de Irán.

El cierre provisorio de las embajadas argentinas en Irán, Líbano, Siria e Israel como medida de emergencia es indicador del grado de involucramiento que la Argentina ha adquirido en las últimas horas en la guerra de Medio Oriente.

El presidente Milei suspendió su viaje a Dinamarca para reunirse de emergencia con su gabinete y posteriormente ordenó la creación de dos comités de crisis vinculados a la seguridad nacional y la situación global.

En lo que respecta a la seguridad nacional, no podemos omitir uno de los puntos de mayor vulnerabilidad en nuestro territorio: la triple frontera.

La presencia de Hezbollah en Sudamérica data de los años posteriores a la guerra del Líbano en 1982, cuando la agrupación comenzó a enviar activistas a esta zona aprovechando la falta de autoridad política sobre imperante.

La situación de anarquía en esta región servía de refugio principal para recaudar fondos, lavar dinero, reclutar, capacitar miembros y realizar planificaciones estratégicas a la sombra de
cualquier autoridad soberana.

Sin embargo, desde mediados del año pasado, está cobrando relevancia la triple frontera que compartimos con Paraguay y Bolivia, a la vera del río Pilcomayo.

En noviembre de 2023 el gobierno de Luis Arce anunció la ruptura de las relaciones diplomáticas con Israel meses después de la firma de un memorando de entendimiento en materia de defensa y seguridad con la República Islámica de Irán.

El acercamiento entre Bolivia e Irán y la presencia de comunidades chiíes en la frontera cuenta con el siguiente agravante: es de público conocimiento (a partir de los informes del Proyecto Cassandra de 2016), que Hezbollah es parcialmente financiado por Irán, pero autofinancia sus operaciones por medio del servicio de lavado de activos y actividades ilícitas como el narcotráfico.

Actualmente, la cocaína que baja desde Colombia atraviesa la sierra central de Perú hasta llegar a las cocinas donde se depura en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

A partir de allí, los cargamentos pueden atravesar la permeable frontera con Salta o dirigirse a Ciudad del Este en dirección a Puerto Iguazú para llegar a su destino final antes de cruzar el
Océano Atlántico: Rosario.

A partir de aquí se abren diversas hipótesis de investigación. Las vinculaciones directas entre el narcotráfico en nuestro país y la presencia de células terroristas en las fronteras con Bolivia,
Paraguay y Brasil pueden ser la falange más lejana de un conflicto internacional que late cada vez más cerca de los argentinos.

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